El amor empieza en los de la propia sangre y con los familiares pero luego sale fuera de este ambiente a los amigos y a las demás personas con las que te relacionas.
Resulta natural amar a los que te aman y son corteses. Pero Jesús propone algo que es más difícil que consiste en querer bien incluso a los que te ofenden. Quien no pasa esa prueba, ha fracasado por completo. El error reside en uno mismo, no en los demás. No importa demasiado que conviertas en perfecto un lugar, un hogar, una habitación porque siempre vendrá alguien que traiga discordia, es la ley de este mundo.
Pero nadie puede herirme si no deseo ser herido.
Jesús tuvo el poder de destruir a sus enemigos. Tú también puedes tenerlo. Pero no utilices ese poder para vengarte.
Dios concede un gran poder a sus amigos en la medida que evolucionan espiritualmente. No se lo da a cualquier persona porque la gente se destruiría mutuamente si no a la persona adecuada que lo utilice sensatamente. A medida que una persona se desarrolla espiritualmente, su poder se incrementa.
Pero si esa persona usa ese poder para lastimar a otras personas lo que consigue es destruirse a sí misma, el mal uso de este poder será su fin.
Jesús dijo: “Si así lo deseara, podría obtener doce legiones de ángeles de mi Padre”. Pero por el contrario se mantuvo en calma. Ni siquiera se defendió. Esa es la forma divina de vencer a sus enemigos.
Si eres maltratado en una organización espiritual, prodiga tu amor. Porque en cuanto le dirijas al que te actúa equivocado una palabra agresiva, habrás manchado tus propios pensamientos, habrás fracasado con respeto a tus propios ideales.
La única forma de conquistar a tus enemigos consiste en seguir el ejemplo del amor de Cristo. La única manera de evolucionar en el camino de la humanidad es aprender a relacionarnos con todos y, en particular, con aquellos que nos ofenden.
***
Gracias por su visita
Para volver a la página de inicio haga clik en la siguiente flecha:
Blog Oficial María Benetti Meiriño 